Monumento funerario Oiartzun (1977) Luís Peña Ganchegui
SITUACIÓN: Cementerio-Oiartzun (Guipúzcoa)
PROMOTOR: Ayuntamiento de Oiartzun
ARQUITECTO: Luis Peña Ganchegui
APAREJADOR: Javier Celaya
ESTRUCTURAS: Anselmo Zufiaurre
COLABORADORES: Luis Carlos Roda, Roberto Fernández y Emilio Truchuelo
ESTADO ACTUAL: Construido
Este monumento recupera una actitud profesional muy olvidada, cuyos antecedentes nos recuerdan a los grandes arquitectos del movimiento moderno, que como Gropius en una de sus primeras obras “El monumento a los caídos en Weimar”, Le Corbusier en la tumba de su esposa o Mies van der Rohe en “El monumento a Rosa Luxemburgo”, acceden, a través del tema de los muertos, con gran soltura a la pura expresividad plástica, liberándose en parte de las duras e inevitables imposiciones de la lógica intrínseca al “métier” arquitectónico.
En la valla del cementerio que domina la población de Oyarzun se ha levantado un grueso muro de ladrillo recortado de una forma muy característica de frontón, y de dimensiones bastante parecidas a las habituales en estas edificaciones. La elección de esta forma para un monumento funerario (está dedicado a los caídos por la libertad de Euskadi) es de base más paisajística que simbólica, dada la frecuencia y comprobada eficacia monumental con que aparece a lo largo de todo este país; la eficacia simbólica procede precisamente de este desplazamiento, del cambio de lectura a que obliga su nueva situación; para reforzarla se ha reducido a la parte frontal que es la más característica, eliminando otros elementos más anecdóticos.
Una gran abertura, precisamente en la parte donde más da la pelota, que incluso suele construirse de sillería en los frontones franceses, une el campo con el cementerio, para acabar con la triste tradición impuesta por la iglesia de vallar todo el recinto. Esta ventana, orientada hacia Francia, es también un abrazo a los que allí todavía luchan por los mismos motivos. Está cruzada por la línea metálica que separa, en el juego, el espacio donde puede botar la pelota y donde se hace falta, que continúa por el suelo y sella la losa de la tumba, separando simbólicamente el bien y el mal. A un lado de esta línea, donde la pelota no debe botar, Manuel de Lecuona ha escrito:
“Heríais zioten Gorrotoz il zinduzten” (En el odio al pueblo os mataron)
Al otro lado:
“Erriaren Gogoan bici Zárate” (En el recuerdo del pueblo estáis vivos)
La bandera, por ser un elemento simbólico tanto para los vivos como para los muertos, es el único elemento que puede cruzar la ventana entre ambos mundos.
Cuando se realiza un monumento de este tipo, debe cuidarse mucho que la lectura del mismo a nivel simbólico sea clara y no quede escondida tras unas intenciones expresivas excesivamente personales. Peña está muy contento por haberlo conseguido, y guarda como un trofeo la carta que le mandó el Ayuntamiento de Oyarzun y que dice así:
“…El Ayuntamiento Pleno de este Valle, en sesión extraordinaria celebrada el día 9 de Marzo de 1978, adoptó entre otros el siguiente acuerdo:
A propuesta del Sr. Alcalde y por unanimidad de todos los asistentes a este acto, acuerdan testimoniar al Arquitecto señor Peña Ganchegui el profundo agradecimiento de la Corporación por el proyecto confeccionado para el Monumento erigido en el Cementerio en memoria de los muertos en defensa de Euskadi durante el año 1936, y al mismo tiempo felicitarle efusivamente por el gran acierto y éxito obtenido en la realización del mismo.
Y para que conste, expido la presente certificación visada por el Sr. Alcalde de Oyarzun a veintidós de marzo de 1978”.
En este monumento se recuperó una arquitectura: “el frontón” como evocador de un quehacer del pueblo vasco y como aportación (seguramente humilde) al campo de la cultura arquitectónica universal. Situado en el eje representativo del cementerio y frente a la capilla principal, participa como mueble del carácter funerario de las tumbas adosadas al muro de cierre “tridentino”, pero, al romper ésta, anuncia al pueblo un mensaje cívico religioso. La bandera… es el único elemento que puede cruzar la ventana entre ambos mundos. En lo alto, mirando a la capilla tridentina, el LAUBURU, símbolo funerario del pueblo vasco. El asta anuncia con la bandera su carácter civil al pueblo y se repliega sobre la fosa los días de conmemoración religiosa. La chapa abraza la fosa.
Extraido: Conversaciones Peña Ganchegui,de Santiago Roqueta (Blume,1979)
Fotos: extraidas de la web Peña Ganchegui y asociados
En memoria de Luís Peña Ganchegui (26 de marzo de 1926 en Oñati (Guipúzcoa) - 3 de abril de 2009 en San Sebastián, 2009)
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