Charles Rennie Mackintosh
Charles Rennie Mackintosh (7 de Junio de 1868, Glasgow, Escocia - 10 de Diciembre de 1928, Londres, Inglaterra)
Incinerado en "Golders Green Crematorium", Londres, Inglaterra.
Los últimos diseños del arquitecto no fueron más que eso: buenos propósitos y frustraciones, proyectos malogrados y estampados, una serie agotadora de intentos por volver a construir. Aislado en su habitación de Londres, todavía joven pero muy avejentado. Mackintosh comprendió que había pasado su tiempo, se sintió demasiado desilusionado para encontrar nuevas fuerzas, demasiado cansado para intentar otra revolución.
En 1923 el arquitecto y su mujer se embarcarán hacia el sur de Francia. Instalados en Port Vendres vivirán los últimos años de sus vidas pintando acuarelas del mediterráneo. Las pinturas realizadas junto al mar tienen tanta calidad cromática, alcanzan tal relieve visual que, se diría, hubieran podido ser construidas. Llevaba cuatro años pintando junto al sol salado de la costa francesa cuando sintió un repentino dolor de garganta. En el pueblo le aconsejaron que regresara a Londres. En la capital reconocieron el cáncer que, desde la lengua, había empezado a extenderse. Tras unos meses de radioterapia, Mackintosh ingresó en un hospital
en el que pocos días después moriría, el 10 de Diciembre de 1928. Hubo quien aventuró que aquel escocés misántropo se lo debía todo a la pobreza y a la soledad. Se dijo que de no haber sido, durante toda su vida, un individuo aislado, Charles R. Mackintosh no hubiera llegado a desarrollar diseños tan personales. Se aseguró también que si sus mayores encargos hubiesen disfrutado de un presupuesto más holgado, Mackintosh no hubiera llegado a ser un gran arquitecto porque el misticismo, tal vez, le hubiera eclipsado la razón. Todo eso escuchó su mujer, que le sobrevivió cuatro años.
Tras la desaparición de Margaret, una firma de subastas tasó las pertenencias que quedaron en la habitación que había ocupado en Londres. Entre muebles, una amplísima colección de grabados de valor nimio, treinta y una pinturas sin mérito y muy escasas pertenencias, los vestigios de un hombre y una mujer, demasiado modernos para su tiempo, fueron tasados en ochenta y ocho libras esterlinas.
Texto: Extracto del libro; "Vidas construidas" de Anatxu Zabalbeascoa y Javier Rodríguez Marcos.GG
Incinerado en "Golders Green Crematorium", Londres, Inglaterra.
Los últimos diseños del arquitecto no fueron más que eso: buenos propósitos y frustraciones, proyectos malogrados y estampados, una serie agotadora de intentos por volver a construir. Aislado en su habitación de Londres, todavía joven pero muy avejentado. Mackintosh comprendió que había pasado su tiempo, se sintió demasiado desilusionado para encontrar nuevas fuerzas, demasiado cansado para intentar otra revolución.
En 1923 el arquitecto y su mujer se embarcarán hacia el sur de Francia. Instalados en Port Vendres vivirán los últimos años de sus vidas pintando acuarelas del mediterráneo. Las pinturas realizadas junto al mar tienen tanta calidad cromática, alcanzan tal relieve visual que, se diría, hubieran podido ser construidas. Llevaba cuatro años pintando junto al sol salado de la costa francesa cuando sintió un repentino dolor de garganta. En el pueblo le aconsejaron que regresara a Londres. En la capital reconocieron el cáncer que, desde la lengua, había empezado a extenderse. Tras unos meses de radioterapia, Mackintosh ingresó en un hospital
en el que pocos días después moriría, el 10 de Diciembre de 1928. Hubo quien aventuró que aquel escocés misántropo se lo debía todo a la pobreza y a la soledad. Se dijo que de no haber sido, durante toda su vida, un individuo aislado, Charles R. Mackintosh no hubiera llegado a desarrollar diseños tan personales. Se aseguró también que si sus mayores encargos hubiesen disfrutado de un presupuesto más holgado, Mackintosh no hubiera llegado a ser un gran arquitecto porque el misticismo, tal vez, le hubiera eclipsado la razón. Todo eso escuchó su mujer, que le sobrevivió cuatro años.
Tras la desaparición de Margaret, una firma de subastas tasó las pertenencias que quedaron en la habitación que había ocupado en Londres. Entre muebles, una amplísima colección de grabados de valor nimio, treinta y una pinturas sin mérito y muy escasas pertenencias, los vestigios de un hombre y una mujer, demasiado modernos para su tiempo, fueron tasados en ochenta y ocho libras esterlinas.
Texto: Extracto del libro; "Vidas construidas" de Anatxu Zabalbeascoa y Javier Rodríguez Marcos.GG
9 comentarios
Almalé -
Si te interesa la obra de Mackintosh te recomiendo; la Escuela de Arte de Glasgow y los salones de té para la Señorita Cranston.
Un abrazo
Vir -
la que escribió el comentario no se presenta como anónimo.
Almalé , mediante tu blog, hallo más aristas que explorar en el pensamiento. Ahora, como te decía, a través de tu blog -motivador e iluminador- has motivado que indage sobre este creador...
Gracias y salux Almalé.
Anónimo -
Encuentro a este blog motivador e iluminador.
Un muy cálido saludo.
Almalé -
almale@xasamail.com
kalf -
kalf -
Almalé -
Me parece que Aldo Rossi diseño un cementerio con nombres de famosos arquitectos (si la memoria no me falla...) si te apetece y te animas miramos de montar algo.
kalf -
Me encantaria verlas una al lado de otras, una especie de "cementerio de arquitectura"...
un abrazo
Dr. Cáustico (blogcat) -